Un fin de semana cualquiera, dos amigos decidieron poner en marcha cada uno su propio negocio. Ambos tenían una edad parecida y una preparación muy similar.
Los dos querían hacer de su proyecto, su forma de vida.
Hace poco, se encontraron de nuevo.
Sus vidas seguían teniendo muchas cosas en común y ambos seguían al frente de sus negocios, pero había una diferencia.
Uno de ellos, tenía el control de su empresa, conocía sus números, sabía si ganaba o perdía y ante cualquier duda podía contactar con su Asesoría y tenía acceso a su empresa en su móvil o en su portátil en cualquier momento.
Se sentía acompañado e informado.
El otro, trabajaba cada vez más y cada vez con más problemas.
Casi nunca podía contactar con su asesoría.
Se enteraba de lo que tenía que pagar el último día y a última hora.
Si había algún cambio normativo, lo sabía por Google o por “su Kuñao”.
¿La diferencia?