Año 2021, segundo y hemos de esperar que último año de la era pandémica, al Rinchy.
Año 2021, que despedimos sumidos de nuevo en un mar de contagios. Si bien es cierto, que la inmensa mayoría de manera leve.
Pero sea como fuere, mar de contagios que afectan a nuestro tejido productivo, puesto que al fin y al cabo son miles de horas perdidas en nuestra economía.
Nuestros políticos sanitarios, se afanan por ver si es mejor reducir el período de cuarentena, pero claro, estamos ante el eterno dilema de la manta corta. Si me cubro la cabeza en forma de que antes se incorpora la gente a trabajar, dejo los pinreles al aire y seguramente aumentarán los contagios.
Dilema de difícil solución, puesto que hagan lo que hagan o incluso si no hacen nada y lo dejan como están, será difícil que acierten. En este tema, como en otros tantos nunca llueve ni lloverá a gusto de todo el mundo.
2021 Photo by engin akyurt on Unsplash
También hay debate con respecto al uso de los auto test de antígenos Sobre si se admiten los mismos causa de baja. En este tema veo complicado el objetivar la cuestión.
¿Pepito que ayer se tomó cuatro cerves no tiene muchas ganas de ir a currar coge el auto test de su cuñado que fue positivo y zash, baja al canto? Que no digo yo que eso pase o vaya a pasar, pero lo posibilidad como tal existe.
Por lo que quizá en la ignorancia propia de un abogado de pueblo, vuelvo a insistir, si no sería más sencillo el fijar la obligación de realizar unos test de antígenos semanales para entrar en sitio cerrado donde hubiera otras personas ajenas a tu núcleo de convivencia.
Al igual que se montaron unos vacunódromos, montar unos testódromos al efecto y pese a que dichos test no tengan una fiabilidad de un 100%, vas quitando positivos de las calles todas las semanas.
Me dirás que igual Pepito, coge el bicho nada más salir del test, no te digo que no, pero si es así a la semana siguiente “estaría fuera de la circulación”.
También me dirás que haría falta alguna modificación legislativa. Es evidente que si, no soy constitucionalista, pero habría que buscar el encaje, pero no me cuesta vislumbrar que se lograría.
Y para terminar me dirás que eso tiene un coste muy excesivo y digo yo (repito de nuevo, que quizá en la ignorancia de un abogado de pueblo), qué si no cuesta más las horas de trabajo perdidas y las prestaciones pagadas por las mismas, los cierres o limitaciones de negocios. Porno hablar del coste humanitario y emocional, que se evitarían con la reducción de contagios subsiguiente.
La próxima semana, que será también año, hablaremos de la Reforma Laboral, en el momento de escribir estas líneas está pendiente de publicación.
Disfruta de un feliz fin de año y que en 2022 la fuerza te acompañe.