Enfilamos ya el mes de octubre y con él la llegada real del otoño. Llegada real, que en nuestra Alcarria significa que estamos en invierno. Nuestro clima, parecido al de Burgos, tiene cuatro estaciones: el verano, el invierno, la de autobuses y la de tren, puesto que la del AVE está ya en Valdeluz.
Invierno, este que parece será duro, muy duro. No ya en lo climatológico, si no, en lo económico. En opinión de muchos expertos la crisis de verdad empieza ahora. Hemos pasado una pre-crisis y ahora viene lo gordo.
Mientras, tenemos puesta la vista en las elecciones. Se presupone que “Marianín” se hará con el poder en detrimento de “Alfredito”. Aunque en mi modesta opinión, se debería ir hacia un gobierno de concertación nacional, con el objetivo de tomar las medidas que se han de tomar y de evitar un clima de confrontación social, puesto que me temo que el primer semestre de 2012, va a ser movidito, en este sentido: huelgas, movilizaciones, “quincemes” y otras hierbas asoman la nariz por el horizonte.
La pregunta es que nos hacemos son las medidas que debería tomar ese gobierno, sea del signo que sea, para sacarnos de esta cuanto antes. La respuesta evidentemente, no la tengo yo, aunque se me ocurren algunas cosas que igual ayudarían.
Para empezar, habría que tratar de evitar el maremágnum legislativo de 17 parlamentos autonómicos que, para justificar su presencia, legislan y legislan sin parar, uno en un sentido y otro en otro. Con lo que, las sinergias y la economía de escala que podríamos tener como país, se nos escapan por la gatera. No, no se trata de eliminar esas comunidades autónomas, esa organización territorial que nos hemos dado. Se trata simplemente de poner sentido común en las decisiones de unos y otros y de coordinarse. No creo que sea tan difícil.
Otro punto, fundamental es la rigidez de nuestra normativa laboral. Hay que hacer una reforma laboral en condiciones, sin miedo a lo que opinen sindicatos o patronal. Una reforma que dote de flexibilidad al mercado, que evite que muchas empresas se lo piensen dos veces antes de contratar. Reforma que ha de llevar de la mano una reducción de las cuotas sociales que soportan las empresas. Este punto es, mucho más importante y decisivo a que las fiestas se pasen a lunes o a viernes.
El hecho de que cada trabajador tenga un coste social cercano al 40 % para el empresario, cercena muchas posibles contrataciones, con un claro perjuicio para empresa y para trabajador. Reducción de cuotas sociales, que evidentemente se ha de sufragar de la única manera posible, con una subida del IVA y de los impuestos especiales.
Tenemos uno de los tipos impositivos en el IVA, más bajos de Europa y sin embargo nuestras cuotas sociales son de las más elevadas. Esto nos acarrea una pérdida de competitividad clara. El trabajador que trabaja en España, tiene un sobrecosto, sobre el trabajador que lo haga en Polonia o en Hungria (por no irnos a China).
Esas cuotas sociales solo gravan a las empresas radicadas aquí y por tanto a sus productos, los productos españoles. El IVA, grava a todos los productos, los que se hacen aquí y los que se hacen en otros países.
Esta medida puede parecer contraproducente a primera vista. Se asocia la subida del IVA, con la caída del consumo, subida de precios, etc. No obstante, el consumo ya está por los suelos, los precios van a subir queramos o no y en Europa, no se entiende que nos hayan de ayudar cuando aquí pagamos un 18 % de IVA y ellos pagan un 23 % o un 24 %.
Europa, siempre Europa. Ya sé que nuestros salarios no son los europeos, que nuestra protección social no es la europea. Pero queramos o no, es donde estamos, es nuestro entorno y es hacia donde tenemos que tratar de converger. Si no nos esforzamos en ir hacia Europa, si no somos capaces de converger hacia allí, nos veremos cruzando los Pirineos, como ahora hacen los pobres marroquíes cuando cruzan el Estrecho en patera. Que la fuerza os acompañe.