Quien me conoce, sabe que tengo la costumbre de afeitarme la cabeza. Comencé a hacerlo hace unos 9 o 10 años, cuando la alopecia comenzaba a hacer sus estragos. La primera vez, incluso me regañó mi madre, porque me decía que con la cabeza tan blanca, tenía una pinta enfermiza y que no lo volviera a hacer más.
Yo, que no soy un buen hijo, desobedecí a mi pobre madre, como casi siempre, cogiéndole el  gusto a la cuestión y desde entonces, sigo haciéndolo de manera reiterada (lo de desobedecer y lo de afeitarme la testa).
Al principio, el no tener nada de pelo, me hacía parecer algo mayor, ahora ya lo dudo, puesto que “ni contigo ni sin mí, tienen mis males remedio”. Pero, he de indicar, que la  cuestión es que muy pocos de los que me conocen, saben cuáles son los verdaderos motivos que me inducen al afeitado reiterado de mi cabeza, luciendo la misma cual bola de villar, como si fuere el mismísimo Teniente Kojak.
Por tanto, creo que ya va siendo hora de desvelar tal misterio, solo comparable al de la fórmula de la Coca-Cola o la masa de Telepizza. Aunque dicho misterio no es singular, sino plural. Esto es, no hay una sola razón al respecto sino varias.
La primera razón, es que como soy “en el buen sentido de la palabra” feo (que no bueno, que decía Machado), o más bien poco agraciado. Con lo que el hecho de no tener que pasar todos los días por el espejo para peinarme, es un alivio para alguien con una cara como la mía. Ya sé que habrá quien diga, que si es que no me afeito (ahora me refiero a la cara).  Y afeitarme, lo que se dice afeitarme me afeito, pero como soy también algo “guarrete” al respecto, no lo hago a diario,  sino más bien cada dos o tres días. Con lo que el traumático y “espejil” trance, tan solo he de pasarlo en ese lapso de tiempo, el cuál aprovecho para rasurarme también (ahora me refería a la cabeza).
El segundo motivo, es que no me gusta que me tomen el pelo o que crean que tengo un pelo de tonto.  Y claro, cada vez que veo el telediario o cada vez que escucho los discursos de nuestros políticos, veo que cuando no me meten la mano en la cartera, me intentan tomar el pelo creyendo que tengo una buena masa capilar.
Oigo, ahora como se habla de recortar pensiones, de nuevas fórmulas de cálculo de las mismas, de reorganizar los tipos de IVA, de que lo peor ya lo hemos pasado, de una nueva reforma laboral. Y noto un picor en la cabeza, me rasco con la mano izquierda y sonrío cuando veo que no tengo pelo. Con lo que para evitar malentendidos y sin ánimo de ser grosero, comenzaré a pedir cita para un tratamiento láser, a aplicar en otras partes también esféricas y  cubiertas de vello, porque  cuando oigo lo de antes, noto que me las están tocando. Que la fuerza os acompañe.

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