Sergio Ramos licencia c.c.
Tenemos una empresa en crisis, cuyos ingresos han mermado un 30 % en la pandemia, puesto que su actividad principal se ha visto interrumpida, por lo que a duras penas ha conseguido cerrar el ejercicio anterior sin pérdidas.
Al comenzar el nuevo ejercicio, las expectativas no varían. Aunque se ha retomado su actividad, una de sus fuentes principales de ingresos, por ser más concreto las entradas a los partidos, el Tour del Bernabéu y su tienda, no le aportarán ni un céntimo.
Llega la hora de renovar a una parte de su personal. He de indicar aquí, que pese a tiene “personal normal” como cualquier otra empresa, hay otra parte qué, dada la especialidad de la actividad de la propia empresa, realmente debe ser considerado, como un elemento de inmovilizado.
Para que salgan las cuentas, la empresa se ve en la necesidad de, entre otras cosas, conseguir una gran reducción en esa partida de inmovilizado. Por lo que a la hora de “renovar esa maquinaria”, opta para intentar reducir al menos un 10% ese apartado.
Pero mira por donde, una de las personas que debería enarbolar la bandera de esa reducción, trata de encabezar una mini revolución en el sentido contrario.
Aquí el factor humano y el ego, tanto del CEO de la empresa, como de “ese inmovilizado” (que como decía mi abuelo no deja de ser “persona humana”) juegan un papel fundamental.
En ese “a ver quién es el que la tiene más larga”, en lugar de pensar en lo mejor para la empresa, piensan en que es mejor para sí mismos y para su imagen. Al final terminar por estirar tanto el muelle, que se da de sí.
El viejo inmovilizado trata de recolocarse en otra empresa, pero una concatenación de circunstancias, hacen que su valor haya disminuido, por lo que de momento no hay nadie, que le pague lo que él cree que se merece. Por lo que trata de aceptar la rebaja.
Pero ya es tarde, la empresa ha adquirido un inmovilizado seminuevo y más barato, por lo que ya ha planificado el nuevo ejercicio sin el anterior.
Llegados a este punto, haciendo de tripas corazón, ambos tratan de salvar la imagen, pero como lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible, pierden todos.
El jugador ha perdido la ilusión de terminar su carrera en todo lo alto, porque vaya a donde vaya después del Real Madrid, siempre irá a peor.
La empresa, por su parte, ha hecho una pésima gestión de sus recursos humanos (o se su inmovilizado según se mire) que sin duda mermará su capacidad para mejorar sus resultados en el nuevo ejercicio.
Que la fuerza te acompañe.