Estamos en un caluroso día del mes de julio de 2.018. Como cada año alrededor del día de Santiago y cierra España, salgo a correr a orillas del Río Henares, lo que se conoce como la Ronda Gotera Alcarreña.
Aún recuerdo, como estaba la zona unos pocos años atrás. Los matojos, cardos y “jaramagos” campaban a sus anchas. Varios árboles caídos, cortaban el camino de al lado del río. Lo de camino por decir algo, puesto que tenía zonas que se habían convertido en un revoltijo de plástico negro. La lona que se usó para asentar el camino, se encontraba al descubierto y arremolinada por la inundación anual del río.
Hasta que un buen día, antes de que se terminara el primer complejo acuático en Aguas Vivas, (ya sabéis la primera piscina en cuesta de la historia, con agua magnética, piscina de olas, etc) a alguien se le ocurrió promover el segundo complejo: La playa de Guadalajara.
¡¡Vaya vaya, aquí si hay playa¡¡
Para ello, hace ya tres años, que las máquinas tomaron la orilla del río. Eso sí, lo tomaron de una manera respetuosa. Hubo quien dijo, que el corazón de las retroexcavadoras, se había ablandado por otras actuaciones llevadas a cabo en el centro de la ciudad. Hubo quien dijo, que fue el sentido común. Pero dijeran lo que dijeran, la cuestión es lo que hicieron: respetar la vida de todos y cada uno de los árboles que allí había. Y que por tanto, con algún año más sigue habiendo.
Lo que más me gusta, es la zona en la que se hizo un vaciado y se preparó una playa artificial. Playa que ya ha tenido que ser ampliada dos veces, puesto que desde aquel mismo verano de 2.015, se constituyó en punto de encuentro fundamental de la ciudad.
Imagen del Río Henares a su paso por Guadalajara y del Puente Árabe. Obra del Siglo X-XI puente andalusí de la época de Abd al-Rahman III.
Ciudad que dejó de vivir de espaldas al río, para sumergirse y refrescarse en él. Varios chiringuitos se instalaron en sus orillas. Uno con el nombre de Pepe, como el de una legendaria serie. Si también con sus cañitas, sus chopitos, su “croquetón”, su espeto y su “choripapas”.
Por el contrario, he de reconocer, que el objetivo inicial que buscaba cuando bajaba a correr al río se ha perdido. Ya no es la zona más fresca de la ciudad. De hecho en muchas ocasiones, bajo a correr por allí y mi temperatura corporal se eleva sobremanera. El problema, no es que haya habido un brusco cambio término en la zona, no.
El problema es de otro calado y que nadie se me enfade. El problema, es que baja uno allí y la mirada se pierde de manera furtiva de un “topless” a otro. Yo lo trato de evitar, puesto que además de subir la temperatura, sube….n las pulsaciones. Con lo que, para que “aquello” se pase, intento mirar al suelo, contar hasta 3528 y pensar en cómo estaba la zona cuando parecía un “garrapatal”.
Que la fuerza os acompañe.