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Rematamos ya este bendito mes, que  comienza con los Santos y finaliza en San Andrés. Y lo hace con frío, con las sierras, cubriéndose de nieve. Pero con la previsión, de que el dicho, de  año de nieves año de bienes, tiene un difícil cumplimiento.

Y lo rematamos, con las gentes sacando sus cuartos ocultos en calcetines, colchones, congeladores,  orinales y cajas de seguridad, para acogerse a última hora, a la amnistía fiscal, quien sabe si con el ánimo de una vez “blanqueado” dicho dinero, transferirlo al extranjero. En lo que va de año, han salido de España 150.000 millones de euros, mejor no lo traduzcamos a pesetas, puesto que se nos ponen los pelos de punta.

Y este mes termina también,  con el “Black Friday”. Diré para quien no domine estas palabrejas tan pijas  y anglosajonas, que  se refieren al último viernes de noviembre. Último viernes, que  es día festivo en Estados Unidos, al ser el día siguiente al “Thanksgiving  day”,  ya se sabe, el día de Acción de Gracias. Donde se juntan las familias, se comen el pavo y todo lo que pillan, se beben 3 litros de coca cola por cabeza y hasta el agua de los floreros,  jalean sus eructos y demás ventosidades, critican a los vecinos, discuten, vocean, se pegan y todo tipo de acciones generosas que hacemos los humanos (si, los norteamericanos, aunque a veces no lo parezca, también son humanos) cuando estamos en compañías de nuestros seres queridos.  

Pues ese viernes, con la resaca del jueves, la gente (menos humana que nunca por su condición de norteamericanos y resacosos)  se amontona ante los grandes almacenes a comprar como si se fuera a terminar el mundo, dándose el pistoletazo de salida de la “melosa y pastelada” campaña navideña.

Y la cifra de ventas de ese viernes, constituye un indicativo económico de primera magnitud, para conocer cómo va a ir el invierno. En nuestro país, sin embargo,  no hace falta conocer esas ventas,  para saber  el invierno que nos espera. Además, no serían indicativas de nada, de momento no tenemos esa tradición, aunque todo se andará

Nuestro invierno, es  de charanga y pandereta, de gran chapuza, de políticos de medio pelo controlando el sarao nacional.  Uno  no se organiza bien, pues no te ajunto, me hago independentista y tiro de elecciones.  
Otro, no sabe cómo reorganizar la justicia (claro que viendo lo que hizo en el Ayuntamiento de Madrid, no puede sorprender), puesto me invento unas tasas, con lo que dejo la Justicia solo para los ricos y así no tiene nada que envidiar a la Educación o a la Sanidad.  Un tercero, va viendo como bajo su mando su partido pierde elección tras elección desde el año pasado, pues sin soltar la silla, trata de dar lecciones de moralidad al resto.

Y todo ello por no hablar del banco Malo o del saneamiento de la banca. Saneamiento, que es y será, sin  coste alguno para los ciudadanos (esto hay que leerlo en ayunas, 10 veces al día, sin reírse, con la convicción y la fe de creérselo, puesto que  en caso contrario alguien pudiere pensar que se la están clavando doblada).  Pero yo, como no soy capaz de aguantarme la risa o las lágrimas (quien sabe)  no tengo por menos que decir: que la fuerza os acompañe.