En el día de hoy y como homenaje al Maratón de los Cuentos de hace unos días, contaré un cuento. Un cuento que puede ser real o una leyenda urbana.
Pero un cuento, que cuando se lee, trae a nuestra memoria, hechos, puede que no tan exagerados, pero sí bastante parecidos.
Aunque mi abuelo decía que en España el que no jode y no roba, es porque no tiene donde, siempre hay quien nos supera.
Érase una vez que se era, que se personó un alcalde de un pueblo griego, en un pueblo de Andalucía.
El alcalde andaluz, le recibió como se merecía: intercambio de presentes, un finito, con jamón del bueno y vuelta al pueblo. Para cenar, le llevó a su casa. Pedazo de cortijo de trescientos metros cuadrados en una sola planta, piscina de riñón (que debió costar un ídem), un jardín de rosas con jazmines y cuadra con 10 caballos.
El griego asombrado, ya en los postres, (servidos en platos de porcelana cara, con cubertería de plata y manteles de Lagartera, por una “chacha” con acento rumano y medidas espectaculares), preguntó:
– Oye, como un pueblo como este, puede permitirse que su alcalde tenga un sueldo, que le permita este tren de vida.
El alcalde, sonrío y con su particular gracejo le dijo:
– No, si mi sueldo es pequeño, apenas tres mil euros limpios al mes y otros mil que pueden caer en dietas, pero esto sale de otro sitio, ven conmigo.
Salieron fuera, cogieron el “BMW Xnosecuantos” y se en silencio, se encaminaron al pueblo. Cuando llegaron a un puente el alcalde habló:
– Ves este puente, vino por medio de una subvención de la Unión Europea, era de cuatro carriles, dos por dirección. Le hicimos con un solo carril y pusimos un semáforo. Con lo que sobró, me hice mi casa y un fondito en las Caimán. Si miras los mapas de Bruselas, aparece el de cuatro carriles, pero por aquí no viene nunca nadie.
El griego sonrió, tomó nota mental de lo ocurrido y volvió a su pueblo. A los 5 años, el griego invitó al alcalde andaluz a su pueblo. Intercambio de presentes, degustación de queso, de siete tipos distintos de yogur y de Ouzo y vuelta al pueblo.
Fueron a cenar a casa del griego. Entrada de palacete con frontispicio, columnas dóricas con su capitel y todo, jardines con parterres, fuentes con chorritos de colores. Y después a cenar, cena con gran lujo también, con una “chacha” no menos espectacular que la del andaluz, pero esta con rasgos asiáticos.
El alcalde andaluz, no salía de su asombro y en los postres preguntó:
– Enhorabuena, creo que me has superado, pero ¿Cómo lo has hecho?
El griego sonrío y le indicó que le acompañara al porche, con el dedo índice señaló:
– ¿Ves ese puente de allí?
– ¿Qué puente?- Contestó el andaluz.
– El de seis carriles, que aparece solo en los mapas de Bruselas.
Y colorín colorado…. Que la fuerza os acompañe.
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