Blog de Pedro Toledo

¿Te ha pasado alguna vez que creías que te estabas ahorrando 10, has echado cuentas y realmente en lugar de ahorrarte 10, estabas dejando de ahorrarte 15?

Seguramente la respuesta a la pregunta anterior sea afirmativa, a mí me ha pasado y he visto que otros muchos también. De hecho, el otro día estaba en una reunión con un empresario, repasando su contabilidad, acaba de entrar como cliente Premium del despacho y queríamos customizar y hacer entendible sus cuentas.

Hemos de tener muy presente, que la contabilidad no debe ser solo ese lío burocrático y molesto que hace el despacho o el departamento de la empresa, para que Hacienda no sancione. No, la contabilidad debe ser una herramienta en la que basar y apoyarse para tomar muchas –si no todas- las decisiones financieras de la empresa.

Como te decía, estábamos adaptando la contabilidad de esta empresa, para que le empresario la pudiera usar con el fin indicado, cuando observé que de hace un par de años tenía registrada una pérdida de unos 90.000 Euros.

  • ¿Qué pasó en ese ejercicio, para que una empresa que año tras año obtiene unos beneficios de entre treinta y cuarenta mil, tuviera uno en el que perdiera noventa mil?

Pues bien, la empresa venía acumulando año tras año los beneficios que obtenía, puesto que el empresario no quería pagar la oportuna retención del 19 % del importe percibido, ni en su Declaración de la Renta con posterioridad. Recuerdo aquí que en Renta se tributa por un 19 % por rendimientos recibidos hasta 6.000 Euros, por un 21 % entre 6.000 Euros y 50.000 Euros y un 23 % para más de 50.000 Euros.

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De tal modo, que como se quiso comprar un coche para su uso particular, en lugar de distribuir dividendos para pasar el dinero que tenía de la Sociedad a su cuenta particular, pagar lo indicado y comprárselo sin más, procedió de la siguiente manera.

Primero adquirió el coche a nombre de la empresa, para lo cual negoció en una entidad financiera un préstamo de 45.000 Euros que le costaba el vehículo. Como quiera que usaba una cuenta de crédito con dicha entidad, esta le propuso que próxima a una ampliación de capital, procediera a suscribir acciones de la misma por un importe de 90.000 Euros, que se quedaban como garantía de la operación.

El empresario veía que, por un lado, se estaba ahorrando dinero con un tipo de interés competitivo por el préstamo y la cuenta de crédito. Por otro lado, no pagaba a Hacienda por distribuir dividendo y encima si era verdad que las acciones del banco subían, podría ganar un pellizquito.

Pero mira tú por donde, el diablo cuando no tiene que hacer mata bancos con el rabo (un amigo diría aquello de justicia divina o en este caso diabólica) ese banco terminó siendo adquirido por otro, pagando por todas sus acciones un importe total de 1 euro.

Has acertado, aquellos 90.000 Euros, se convirtieron en 0 (ahora está con una reclamación etcétera, etc.) Y por supuesto, sigue pagando intereses por un préstamo que sacó para conseguir un dinero que ya tenía.

Es más, ahora tenemos que regularizar la situación de ese vehículo, puesto que el uso del mismo es eminentemente particular y está a nombre de la empresa. Por lo que se ha de imputar en la nómina que percibe el empresario de esa sociedad como una retribución en especie, por lo que tendrá retención y tributación.

En resumen, por querer ahorra en la tributación a la hora del reparto de dividendos, hemos perdido 90.000 euros en acciones, tenemos que pagar un préstamo con sus intereses y tenemos un coche particular a nombre de la empresa, por el que vamos a tener que tributar.

Y es que muchas veces nos obsesionamos con ahorrar impuestos, en lugar de hacerlo con aumentar riqueza.

Que la fuerza te acompañe.