Comenzó el 13, año que por lo que me han dicho tiene rima. Siempre fui malo para la poesía y tenía dificultad para memorizarla, sobre todo si la rima, como parecer ser en este caso, no es ni consonante ni asonante, sino malsonante.


Y comenzó como todos, las uvitas, los besitos por doquier, mensajes ñoños, el primer anuncio, las subidas de precio en todo, las buenas intenciones, los saltos de esquí y la Filarmónica de Viena. Aunque en esto, como en casi todo, lo malo, no es el comienzo, sino que seguramente termine peor que el año que dejamos.


Muchos me dirán, que soy un agorero y se preguntarán que en que me baso para tal afirmación. Y lo dirán con toda la razón, puesto que  lejos de concienzudos análisis, estudios y previsiones, la verdad es que simplemente me apoyo en lo dicho hace ya muchos años por  mi abuelo.


No, no era Nostradamus, tampoco Rapel o  un primo de los mayas. Él ya vivió ese mismo año, pero en el siglo pasado y me dijo que no puede ser bueno un año, en el que todos los martes, son Martes y 13.


En mi corto entender, basándome en la premisa de mi antepasado, miro la actualidad y veo que la “empanadilla” que tenemos es incluso más complicada de resolver, que aquella otra de Móstoles, con que disfrutamos en la Nochevieja de 1985, cuando cada Nochevieja siempre caía en Martes y 13. No obstante, cada vez que a recuerdo de Millán con los ojos haciendo chiribitas y a la peluca a la virulé, me dan ganas  sonreír y pensar en que jóvenes e ingenuos éramos entonces.


No conocíamos cosas, sin las que hoy no podríamos vivir, como el móvil, el “guasap” o el Facebook. Mandaban (como ahora) los que tenían cuartos, aunque en el gobierno estaba Felipe de González. Íbamos a entrar en la Unión Europea y a votar el referéndum de la OTAN. El Salario Mínimo Interprofesional, era de 241,25 euros al mes, aunque nos lo decían en pesetas.


Las españolas y españoles, solo hacía cinco años que se podían divorciar y a muchos nos tocó perder un año haciendo la mili. El coche del año era el Seat Málaga y el Madrid ganaba la Liga tirando de cantera, estando en  Barcelona más pendientes de la  designación como Sede Olímpica, que de perder en los penaltis la final de la Copa de Europa.


 Eran otros tiempos, otra forma de pensar, todo nos costaba más, el mundo estaba ahí fuera, por descubrir, por conquistar,  y por eso luchábamos por lo que creíamos justo y,  sin tantos medios como ahora, nos hacíamos oír.


Sin embargo en este presente, todos sabemos que en lugar de ir a más como entonces, vamos a menos. Es posible que no quede otro remedio y que no nos quede otra, que aceptarlo pacientemente, cuales corderos, cuando van con la mirada al suelo, según les llevan al matadero. Por eso, nos tratamos de engañar y nos creemos a pies juntillas las promesas de los agoreros de siempre, de ayer de hoy y de mañana, que de una u otra forma, llevan 5 años diciéndonos que en seis meses estaremos mejor. Y puede que estén en lo cierto, en seis meses estaremos mejor…. mejor que en doce. Que la fuerza os acompañe.