268 páginas, ni una más ni una menos.
268 papelitos tamaño A4 al Rinchy, que desforestarán el Amazonas o los arbolitos que haya cerca del Pico Ocejón por verlo más cerca.
268 impresiones de tóner que dejarán sin duda su huella de carbono.
268 impresiones de “gasto” de impresora.
Y todo ello multiplicado por un número X de alumnos que están estudiando Derecho al igual que mi hija.
Porque al día de la fecha 14 de diciembre de 2.021 y por tanto año segundo de la época pandémica, se exige a los alumnos que están cursando Derecho en una Universidad, que lleven impresa en papel la legislación que van a necesitar para un examen.
Si sí, en papel.
Luego hablaremos de brecha digital, de que en otros países “tales” o en otros sitios “pascuáles”. Pero lo triste y cruda realidad, es que en nuestra Universidad al día de hoy estamos así.
¿Ha pensando el profesor, catedrático o lo que fuera o fuese en que van a hacer esos alumnos cuando se pongan a trabajar?
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En la humilde y modesta opinión de este abogado de pueblo, la Universidad debe estar siempre a la vanguardia del cambio en nuestra sociedad.
La Universidad, debe ser la bandera que arrastre a la misma, tratando de cambiarla, de innovarla, de mejorarla, de revolucionarla si llega el caso.
Si no es así y mucho me temo Su Señoría que a la luz de la prueba que en este momento se practica no es así, su labor es más bien Administrativa:
Admitir alumnos, cobrar alumnos, expedir títulos a alumnos y que pase el siguiente.
Igual es un caso aislado.
Igual solo pasa en esa Universidad o con ese profesor.
Igual tu no le das importancia.
Pero, tú en tu casa, en tu empresa, en tu entorno ¿permitirías ese dislate, sin al menos alzar la voz?
Como he dicho antes ¿Cómo van a llegar esos alumnos al mundo de la empresa? Mientras lo pienso trataré de rememorar al poeta.
Esa España inferior que ora y bosteza,
vieja y tahúr, zaragatera y triste;
esa España inferior que ora y embiste,
cuando se digna usar de la cabeza,
Que la fuerza te acompañe.