“Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé, en el quinientos y en el dos mil también”.  Así comienza el tango, que compuso Enrique Santos Discepolo en el año 1934 y que parece compuesto hoy mismo. No hay otra forma de tratar de entender lo que pasa,  ya que: “vivimos revolcaos en un merengue y en el mismo lodo, todos manoseaos” y “El que no llora no mama y el que no afana es un gil”. 


Esta es la única forma que tengo para  comprender como algunas de las entidades financieras que han sido intervenidas, estén ofreciendo superdepósitos, para captar ahorradores.Pongamos un ejemplo más de andar por casa,  la Caja Pepita.


Caja Pepita, entidad financiera con más de solvencia reconocida y de gran implantación en su zona, tiene unos directivos que son unos linces,  abren oficinas y toda España y se meten a dar créditos  a diestro y siniestro a todo el pasaba por su puerta: “parasuelos”, “parapisos”, “par aeropuertos”, “parautopistas”, ”paracoches”,  “paramiguetes”, “paraquemipueblotengo4polideportivosy10canchasdepadel”,” para todo”. Se repartía el dinero sin mesura, tuviera garantías o no tuviera el que lo recibía.


Llega el momento en que Caja Pepita, tiene que empezar a devolver las perras que ella misma ha pedido, para su propia expansión (nuestra Caja ha de estar en todo el territorio nacional, como una entidad de referencia) y  para repartir créditos  a mansalva. Entonces pide a los que ha dado el dinero  “parasuelos”, “parapisos”, “par aeropuertos”, “parautopistas”, ”paracoches”,  “paramiguetes”, “paraquemipueblotengo4polideportivosy10canchasdepadel”,” para todo” que lo devuelvan.


Claro, estos no tienen el dinero, porque o están ya en el paro o porque lo usado en esos bienes imprescindibles, que nos iban a llenar a todos de ilusión, de alegría y de creernos que nosotros también teníamos derecho, porque igual que pensábamos eso de “Manolo tu eres España” por traslación   “España tu eres Europa” y si los alemanes pueden, nosotros también, que aquí hay mas sol y encima somos más cachondos.


Como Caja Pepita, no puede devolver esos dineritos que ha dilapidado. Pide ayuda a papa Estado y papa Estado, personalizado en el Banco de España, (que dicho sea de paso era quien tenía que haber vigilado que Caja Pepita, hiciera bien su labor bancaria y encima quedara salvaguarda para su obra social cuando vinieran mal dadas). Y claro, ese Banco de España, tan negligente  en su labor de vigilancia, no puede pedir responsabilidades a quien ha llevado tan nefasta gestión en Caja Pepita, puesto que sería como si se pidiera responsabilidades a él mismo, por haber mirado para otro lado cuando Caja Pepita cometía sus tropelías.


Con lo que el Banco de España, se inventa un saco de pasta, para evitar que “casquen” todas las Caja Pepitas, habidas y por haber. Saco de pasta con nombre rimbombante e ininteligible, pero con dinerito que sale del bolsillo de todos y que se quita de la Educación, de la Sanidad, de arreglas carreteras, de obras culturales, de proyectos de investigación, en promover el crecimiento para evitar el paro, etc.


Con ese saco de pasta con nombre rimbombante, se despide a quien ha llevado a Caja Pepita a tan lamentable situación, eso sí, con indemnizaciones millonarias, que esos mismos gestores de Caja Pepita se han puesto. Y Caja Pepita sigue operando, metiendo el dedo en el ojo de otras entidades que no han necesitado (de momento) ninguna ayuda, puesto que parece ser (de momento) que no han cometido las tropelías que cometió Caja Pepita.  Aunque alguna suele también sacos de pasta de cantidades inmorales a sus directivos cuando se marchen.


Moraleja: “Es lo mismo el que labura, noche y día como un buey, que el que vive de los otros, que el mata, que el cura o está fuera de la ley”. Que la fuerza os acompañe.