Corría el verano de 1998 cuando estuve en Egipto, fueron 12 apasionantes días, viendo los restos de una de las culturas más apasionantes de nuestra historia. He de decir, que me bañé en el Nilo, a orillas de la Isla Elefantina, con lo que sin lugar a dudas volveré.
Por aquel entonces, ese bonito país, trataba de recuperar el turismo, después del brutal atentado en el templo de la reina Hatshupsut, acaecido ocho meses antes y en el que perdieron la vida sesenta y dos personas, casi todos turistas, mayoritariamente suizos.
Aún recuerdo las noticias, de lo que pasaría a conocerse, como la Masacre de Luxor. Después de estar disparando sobre la gente durante 45 minutos, los terroristas, remataron a los caídos en suelo, a base de múltiples cuchilladas, con un fanatismo atroz.
Fanatismo que trató de paliar Hosni Mubarak, con una brutal represión. Han pasado 15 años y parece que el intentó de combatir el islamismo con represión continua.
Y claro lo hace y lo hará con el mismo éxito, puesto que todos sabemos, o al menos deberíamos saberlo, que combatir violencia con más violencia, sangre con más sangre, Sanchís con Barcenas, Arenas con Cospedal, Zapatero con Rublacaba, o paro con recortes, no lleva más que a una espiral sin sentido.
Que la fuerza os acompañe.