“En la vida solo hay dos cosas completamente ciertas: la muerte y los impuestos”. Esta frase que algunos atribuyen al autor de Robinson Crusoe (Daniel Defoe) y otros al inventor Benjamín Franklin, sigue siendo aún hoy una verdad como un templo.
Con la primera poco podemos hacer, más allá de cuidarnos lo mejor posible hasta que alcancemos la inmortalidad. Algunos la prometen en forma de un ordenador en el que implantaran nuestro cerebro, para luego cambiarnos de cuerpo. Es más, sueño con mi cabeza con el cuerpo de Kipchoge, haciendo maratones a dos horas “pelás”
Por lo que vayamos con la segunda, los impuestos. Habrás oído “cienes y cienes de veces” aquello de “hacienda somos todos”, aunque también habrás oído, visto y leído otras tantas “cienes y cienes de veces” que algunos “son menos hacienda” en función de su cargo, posición o poderío económico.
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Pero sea como sea, tu que estás leyendo esto, yo y me vecina del quinto, queramos o no queramos, tenemos que ser hacienda.
Y en esa simbiosis, en esa fusión con quien nos saca los cuartos, como con tantas y tantas cosas en la vida, tenemos dos opciones.
A.- Estar constantemente “encabronados”, con lo que pagamos, porque “son unos tales y unos pascuales”.
B.- Aceptarlo, sonreír y siempre cumpliendo con legalidad y honestidad, pagar lo menos posible, pero ojo generando riqueza para nosotros y los nuestros, para que podamos vivir lo mejor posible, sin hacer mal a nadie.
Yo tengo claro que, en muchas ocasiones, me dan muchísimas ganas de coger la opción A. No, no estoy de acuerdo con como se gasta el dinero y en la forma en que se recauda y los motivos. Ojo que esto no es una crítica política, que yo de eso no opino. Lo dicho es una mera opinión mande Juanito, Pepito, Maroto o el de la “amoto”.
Sin embargo, por sanidad mental y por razón de mi propio ser y tranquilidad, sin duda cojo la opción B.
Es posible que pienses que la cojo por razón la especialidad de mi trabajo, no te digo ni que si ni que no, sino todo lo contrario.
O quizá pienses que soy como aquel viejo chiste del que pilla a su pareja en la cama con su jefe y después de sonreír, le dice que le arrope no sea que pase frío.
Mi consejo, es que cambies el chip. Porque si quieres pagar menos a Hacienda sin más, cualquiera te puede ayudar de una manera muy sencilla, contratas un servicio le pides que te multiplique por 10 el precio de dicho gasto, se lo pagas y asunto conseguido, ya pagas menos a Hacienda.
Pero estarás conmigo que ese no es el camino. Por tanto, mi consejo es que descubras porque pagas lo que pagas y que puedes hacer para pagar menos.
Ojo, siempre sin complicarte la vida, para vivir con tranquilidad y “arropando a Hacienda para que no pase frío”, porque si se constipa, vas a tener una pulmonía.
Sabes que en todo esto te puedo ayudar, menos en lo de la “arropadita”, que cada uno tiene su particular estilo. Que la fuerza te acompañe.