Y llegó la Eurocopa, la segunda en cuatros años. Un brote de felicidad, que se nos coló por la rendija del fútbol, en este país demasiado castigado por las noticias económicas.
Noticias económicas, que son portada un día sí y otro también en los diarios generalistas. Hasta que por fin, otra noticia en portada y además una noticia buena. Una noticia, que sirve para unir al catalán con el gallego, al andaluz con el vasco y que vertebra este país, mucho más que cualquier Ave o Autovía.
Así la bandera de España, lucha por hacerse un hueco en los balcones entre los miles y miles de carteles de “Se vende”. Es curiosa esa evolución “baloconil”. Pasamos de las macetas de geranios a las parabólicas (puestas por los inmigrantes que venían a trabajar), luego esos utópicos carteles que intentan lo imposible, (vender un piso, ahí es nada) y por fin la rojigualda, que decora media España, como si la procesión del Corpus, durara todo el mes de junio.
Pero esta brisa de aire fresco y puro, que nos traen los Casillas, Iniesta y compañía, no nos debe hacer perder la perspectiva de la que tenemos encima. Nos puede servir de acicate, eso sí, puesto que podemos comprobar, que donde antes mandaba Alemania, ahora lo hacemos nosotros.
Hace tan solo cuatro veranos, nadie nos hubiera dicho que tendríamos las mismas Eurocopas que Alemania y que fuéramos a ir al Mundial de Brasil, a hablarle de tú a tú a la anfitriona. Por tanto, quien nos puede negar la capacidad de ilusionarnos y de pensar que de aquí a otros tantos veranos, nuestra situación económica, sea similar a Alemania y le estemos hablando de tú a tú a Frau Merkel Mann.
Ahora bien, esa ilusión, ese sueño por salir del pozo, solo se podrá conseguir a base de esfuerzo, a base de lucha y de sacrificio. Los tiempos de “Tío Regala”, ya pasaron. Nadie y digo nadie nos va a regalar nada. Los eurobonos, la compra de deuda por el BCE, el rescate a la Banca, no son regalos. Lo vamos a pagar con creces. No volverán los fondos de reestructuración, no volverán las subvenciones para casi todo. No nos tocará la lotería a todo el país. No, eso no ocurrirá.
Yo creo que la clave, la podemos encontrar en las palabras del genial poeta estadounidense Henry Wadworth Longfellow, cuando iba a recibir el doctorado en Derecho por Harvad y dijo que “las alturas alcanzadas y mantenidas por los grandes hombres, no fueron alcanzadas en vuelo súbito, sino que ellos, mientras sus compañeros dormían, se afanaron pendiente arriba en la oscuridad de la noche”.
Por tanto, debemos afanarnos pendiente arriba, mientras duermen, alemanes, finlandeses u holandeses. Por referirme a los nacionales de los tres países más reacios a tender su mano a los países periféricos. Reacios, porque nos consideran únicos responsables de nuestra crisis. Cuando, no nos engañemos, si hemos derrochado mucho, hemos malgastado mucho. Pero ese dinero que malgastábamos, ese dinero que derrochábamos, salía de bancos alemanes u holandeses, con destino a bancos españoles, para que nosotros cambiáramos de casa o nos/les compráramos un BMW y ellos se forrarán a nuestra costa. Con lo que algo de culpa también tendrán. Que la fuerza os acompañe.