Tengo un amigo que es un obseso de la agenda. Antes usaba una con anillas y tamaño cuartilla, donde anotaba todas las citas que tenía. Ahora es más “moderné» y tiene dos “apps» en su Ipad, además de un tercero donde anota cada céntimo que gasta, siendo capaz de reflejar el precio del café que se tomó el 18 de junio de 2007 a las 15:52 horas.
También dispone de intrincadas hojas de cálculo con los costes de cada comida. Así, de antemano, cuando va a poner unos a cocer unos garbanzos, sabe que se va a gastar 62 céntimos en las legumbres, 18 céntimos en el butano y 17 céntimos en la carne de gallina, falda y morcilla, elementos éstos, que no deben faltar en un buen cocido.
Y claro, a una persona tan obsesionada con el control, no le cuadra que alguien pueda vivir por encima de sus posibilidades. Creyendo él que una familia que disponga de unos ingresos fijos y periódicos de carácter mensual (lo que viene siendo una nómina, vamos), para evitarse problemas, al menos debería de disponer de dinero a la vista equivalente a los ingresos que percibe durante seis meses. Luego tira por elevación, en el caso de que los ingresos no sean fijos ni periódicos, marcando el tiempo equivalente de ingresos versus dinero a la vista, en la nada despreciable cifra de tiempo/dinero de doce meses.
De tal modo que, siguiendo las premisas de mi amigo, el 99% de los españoles vivimos por encima de nuestras posibilidades. En caso que de que usted considere que pertenece al 1% restante, habrá de comprobar que disponga de una liquidez mínima de 9.000 euros, si su nómina es de 1.500 euros al mes, por ejemplo. Ahí es nada.
Yo, por mi parte, soy más humilde que mi amigo, me conformo (como casi todo el mundo que conozco o con quien trato), con sobrevivir mes a mes. De arrancar hojas en el calendario, en espera de tiempos mejores. Tiempos que nos tratan de vender que están aquí pero que nosotros, viendo lo que hay, no nos acabamos de creer, porque vemos que nos están estafando.
Como estafaban esos dirigentes de las entidades financieras, a sabiendas que vendían humo, cuando acuciaban a sus trabajadores a vender preferentes. Dirigentes y responsables, sobre los que me gustaría que cayera todo el peso de la ley y que terminaran con sus huesos en la cárcel, con el cumplimiento íntegro de sus condenas, sin beneficios ni indultos, puesto que un indulto, no deja de ser más que una estafa del poder ejecutivo al poder judicial.
Además claro está, de que el Estado fuera responsable solidario, tanto de ésta como de otras cuestiones similares (a todos nos vienes sellos o árboles a la cabeza), puesto que es su deber el proteger a la gran mayoría de los ciudadanos de las aviesas mentes que intentan, han intentado e intentarán vaciarles los bolsillos. Pero hemos de suponer, que con tanta venta de humo, no habría cárceles suficientes para los vendedores, ni dinero para resarcir a los perjudicados.
Que la fuerza os acompañe.