Los yankees suelen llamara a su país  América, quién sabe si, siguiendo los designios del “Manifest Destiny», consideran que la expansión del mismo terminará con la anexión de todo el continente. De hecho, pronto comenzarán con Puerto Rico, que se convertirá en el estado 51 de la Unión, para mayor desgracia de Artur Mas, que se quedará sin un referente a la hora de ubicar su soflama independentista. 
Y a esa ingente nación –por 57 vez desde 1845, el primer martes, después del primer lunes, del mes de noviembre, de todo año bisiesto–, le dio por votar y, además, por reelegir como Presidente al que hizo el número 44 e insigne Premio Nobel de la Paz del año 2009 (según el Comité Nobel Noruego: “Por sus extraordinarios esfuerzos para fortalecer la diplomacia internacional y la colaboración entre los pueblos»), aunque, en mi humilde opinión, mejor hubieren hecho habiendo dejado el Premio desierto en dicho año, como ya habían hecho en otras 19 ocasiones desde que entregaron el primero allá por el 1901.

Reelección que, por mucho que nos empeñemos, por mucho que guardemos la cabeza debajo del ala, por mucho que pensemos que lo que ocurre al otro lado del charco no nos afecta, nos afecta y mucho. De todos es conocida la frase de que cuando Estados Unidos estornuda, el resto del mundo se constipa.

Pues en este caso, no es que Estados Unidos estornude, no, no es el caso. Estados Unidos tiene un gripazo encima de tres pares y, por si fuera poco, se le avecina una pulmonía con fecha fijada en el calendario: 1 del 1 de 2013.

El año nuevo, es  la fecha límite del “fiscal cliff» o acantilado fiscal. En esa fecha, siempre y cuando antes no haya acuerdo entre el Congreso, el Senado y la Presidencia de Estados Unidos, es cuando automáticamente se activarán  una serie de medidas, con un aumento brutal de impuestos y un recorte de gastos casi, casi, al más puro estilo Cospedal, que hará que la economía norteamericana se encamine hacia una profunda recesión, con lo que el resto del mundo lo hará hacia una profunda depresión.

Y claro, si nosotros, españolitos de andar por casa, estamos esperando salir de nuestra propia recesión/depresión particular (vislumbrando ese futuro brillante que nos promete Luis de Guindos) exportando, y el resto del mundo se mete en una situación muy similar a la nuestra, no veo cómo nos van a comprar lo que les queramos vender o cómo nos van a ayudar a salir de ésta.

En cualquier caso, y por la cuenta que les trae, se supone que llegarán a un acuerdo antes de la fatídica fecha, con lo que se librarán/nos librarán del incierto futuro al que nos aboca ese denominado precipicio fiscal.

Pero por si acaso, pongámonos en lo peor y tratemos de usar ese posible revés en nuestro beneficio, de tal modo que si luego no se produjere, habríamos dado no uno, sino varios pasos hacia adelante, en nuestro camino de salida. Que la fuerza os acompañe.