Cambio chuleta por sardina, expresión típico que suele usar en mi pueblo, en el fragor de una buena barbacoa. Después, se procede a degustar el buen vino de la tierra, se pone la panceta y la morcilla, en la parrilla y se van haciendo. O quizá sea al revés, no lo recuerdo.Primero la panceta y la morcilla, luego las chuletas, para rematar con las sardinas que dejan ese característico sabor que todo lo impregna, con ese Omega 3, sin el que ahora, no pomos vivir.
Y en ese momento, alguno, que está en pleno fragor de una buena barbacoa, con una chuleta entre manos, o quizá entre dos trozos de pan, no lo recuerdo, dice eso de: Cambio chuleta por sardina. Para venir a decir, que en su opinión, valen lo mismo lo uno que lo otro, o aquella medieval frase, de tanto monta, monta tanto, que se usó en los tiempos pretéritos, en que se unificaron los coronas de este país, aunque quizá no lo hicieran los reinos, no lo recuerdo.
Y viene esto a cuento, que no sabemos, o quizá si, no lo recuerdo, si hemos cambiado para que algo cambie, para que todo cambie o quizá para que todo siga igual, no lo recuerdo.
Pero igual, ¿que cuando?, ¿que ahora?, ¿que hace ya 4 años, cuando la pesadilla comenzó?, ¿que hace tres millones de parados?, ¿que hace medio millón de empresas?, ¿que hace un no se cuanto por ciento, de sueldo de funcionarios?, ¿que hace degradación, de un no se cuanto de la calidad de la enseñanza y la sanidad? No lo recuerdo.
No lo recuerdo, pero parece que fue ayer. No lo recuerdo, busco en mi memoria y me parece un sueño, un deya vu, pero habiendo sido vivido en la vida de otra persona: Éramos todos ricos. Éramos la octava potencia del mundo. Todos teníamos derecho a un BMW, a un Porsche Cayenne. A tener una «tele plana» para poder verla, cuando estamos sentados y la fibra hace su efecto. Todos teníamos derecho a un chalet con parcela. A quince días en el Caribe. A rechazar 4 trabajos y a pedir otras 4 ampliaciones de la hipoteca.
No lo recuerdo, pero casi ninguno sabíamos lo que significaba «la prima de riesgo», los «minijobs» o las agencias de calificación. Tambopoco sabiamos lo que era ver las ciudades llenas de carteles de «se vende», sin venderse nada. Ni ver como desaparecían las Cajas, ver a Rubalcaba clavar el 110 de aquellas señales de ida y vuelta, Ver a Mariano coger la batuta de la Moncloa. O simplemente ver como un antiguo jugador de balonmano, hacía más por la Tercera República, en un mes que todos los partidos republicanos en 30 años.
No lo recuerdo y por la cuenta que nos tiene, no lo deseo tampoco. No me gustaría que hubiéramos cambiado chuleta por sardina. Y que, aunque no vuelvan aquellos tiempos que, yo al menos, no recuerdo, la senda del crecimiento, la senda que deja atras el sufrimiento de tantas y tantas personas, de tantas y tantas familias, de tantas y tantas empresas, se haya comenzado a andar, para que con el tiempo, ni yo, ni nadie, recuerde estos años. Quizá creamos que sea un deja vu, no lo recordaremos más que como una pesadilla que debía pasar y por tanto, pasó. Un tropezón generalizado, en el que volveremos a caer, cuando todos, no lo recordemos. Que la fuerza os acompañe.