En ocasiones me gusta llegar a mi despacho, sentarme, cerrar la puerta, poner el canal clásico de Radio Nacional, cerrar los ojos y dejar volar la imaginación.
Y sentirse bien hoy en día, es todo un lujo. Un lujo del que no podemos prescindir. Con lo que está lloviendo. Lloviendo en sentido metafórico, claro está, porque “en real”, llover llover, llueve siempre a destiempo. La Semana Santa, la pongan cuando la pongan, parece destinada a tener además de pasión, agua y viento, para desconsuelo de cofrades y hosteleros.
Pero, como decía, sentirse bien, de una forma tan sencilla y encima gratuita, es un lujo que no podemos, ni debemos obviar. Ya demás dura es la vida, como para que nos la compliquemos.
Porque en esa dureza de la vida, vemos a los dos principales partidos despellejándose vivos, primero por el resultado del déficit, luego por la Reforma Laboral, luego por la huelga, por las andaluzas o asturianas (las mozas no, las elecciones), ahora por los Presupuestos. Pero no les vemos tendiéndose la mano, haciendo un gobierno de concertación nacional, aunando esfuerzos, para sacarnos del pozo en que nos han/hemos metido. Si los dos, unos con el ”España va bien”, otros con el talante.
Y mientras ellos se tiran los trastos a la cabeza, el tiempo pasa, ellos viven y el país se muere. Unos les dicen a los otros que deberían recortar de aquí y de allá, los otros les dicen a los unos que porque no lo hicieron ellos, yo soy más alto y mejor, yo más guapo y tu peor, como diría Serrat “resulta bochornoso verles fanfarronear, a ver quién es el que la tiene más grande”.
Mientras los problemas de verdad, el pequeño comercio que no puede pagar el alquiler del mes en curso y que debe ya 3 cupones de autónomos, el funcionario, (si los funcionarios, también son personas, también lo pasan mal, también tienen problemas para llegar a fin de mes) que a duras penas consigue pagar la hipoteca a costa de no cambiar el coche con 15 años, el parado que consigue sacar a su familia adelante, gracias a la paga del abuelo y tantos y tantos otros, continúan luchando.
Si a nosotros, a la gente común, a los de andar por casa, poco nos importan los hechos diferenciales, nos da igual tener o no Comunidad Autónoma, nos importa un pimiento que haya ocho mil u ochocientos Ayuntamientos, lo que nos importar, es seguir luchando, sobrevivir.
Pero ellos no se quieren enterar, no quieren atajar el verdadero problema, hemos creado un macro estado insostenible, con duplicidades y “triplicidades” en Administraciones, con inversiones en infraestructuras “para vertebrar el país” (si les oyera Ortega), con miles de cargos políticos y de confianza y encima rescatando a unas entidades financieras al borde del colapso.
En resumen, algo que no debemos ni podemos pagar. Pero claro, si se ataja ese problema ¿Dónde coloco yo a mi amiguete del cole? ¿Qué hago con mi primo que fue concejal y ahora no trabaja? ¿Qué pasaría con todo el resto de miembros del partido (sea el que sea) que se quedarían sin nada que hacer, sin saber hacer nada, porque nunca han hecho nada?
Es posible que cuando se enteren, ya sea tarde, que el “bicho” esté muerto con la cebada en el rabo. Ahora bien, tengo claro que si esto ocurre, no lloraremos su pérdida, al fin y al cabo “entre esos tipos y yo algo personal”. Tampoco estaremos perdidos, nosotros, la gente común, la de andar por casa, no somos borregos (aunque nos lo quieran hacer creer), seguramente habremos sobrevivido, tenemos la piel dura y las espaldas anchas, ya seamos pequeños empresarios, trabajadores, desempleados o funcionarios, estaremos en pie, luchando, viendo como caen, los unos, los otros y los demás allá y como surgen otros, que esperemos no caigan en los mismo errores que estos, los otros o los demás allá. Que la imaginación y la fuerza os acompañen.