Blog de Pedro ToledoFoto de CDC en Unsplash

Pepita sale de trabajar y queda para tomar café con una amiga. Como Pepita es muy prudente, se toma el café en una terraza y solo se quita la mascarilla durante el estricto momento en que disfruta de su Ristreto.  A los días recibe un WhatsApp de su amiga diciendo que había dado positivo.

Como Pepita es muy prudente, marca el teléfono de su centro de Salud y les cuenta su caso. Su médico le dice que tuviera precaución, pero que como no había estado más de 15 minutos sin mascarilla y en un sitio cerrado, no era contacto estrecho y no tenía que darle más importancia.

Como Pepita es muy prudente, llama a su seguro privado de salud, puesto que le preocupa el hecho de contagiar a alguien. Coge cita en el médico de cabecera en una clínica concertada con dicho seguro.

El médico le dice considera que es aconsejable que se haga una PCR por el que tiene que pagar 150 Euros y Pepita se lo hace confinándose  a la espera del resultado.

A los dos días Pepita no sabe nada de su test, por lo que se mete en la extranet de su seguro privado sin que aparezca nada por allí de ese test. Pero si observa que pone que el precio de la PCR para los asegurados de esa compañía es de 90 Euros.

Como Pepita es muy prudente, comienza a llamar a la clínica donde se hizo el test, con el ánimo de conocer el resultado del mismo. Al cabo de más de dos horas, por fin alguien le dice que si el resultado es positivo la llaman en 24 horas, pero que si es negativo no la van a llamar, porque en cualquier caso está en la web.

Pepita vuelve a meterse en la extranet de su seguro privado y qué si quieres arroz, allí no hay nada de nada.

Como Pepita es muy prudente, se muerde la lengua en las más de dos horas que le cuesta el contactar de manera telefónica con la clínica. Por fin después de varias llamadas consigue que le confirmen que es negativo. Al hacerles ver que en la web no aparece nada y que le han cobrado 150 Euros en lugar de los 90 que aparecen en la misma, la regañan.

Si, la regañan. La hacen ver que esa no es la web donde tenía que haberse metido. Que ella debería haberse metido en la página web de la Clínica no la de la aseguradora. Página web, de la que nadie le informó que existiera ni nadie la facilitó un usuario y una contraseña. Al hacerles ver que su experiencia como usuario estaba siendo muy mala, la persona que le atendía le hizo ver, que no como hacían más de 200 test al día, era imposible que avisaran a todo el mundo.

Como Pepita es muy prudente, colgó el teléfono y se metió en su garaje donde tiene un saco de boxeo y se puso a golpearlo preguntándose lo siguiente.

  • ¿Cómo es posible que una empresa a la que voy a que me atiendan por medio de otra, me saque del conducto oficial de esa otra y me prescriba un nuevo producto por el que factura 30.000 euros al día y cuando exijo que se me informe del resultado del mismo, me regañen y me digan que no tienen recursos para enviarme un simple correo electrónico encriptado con los o con el acceso a ellos?

Ahora bien creo que toda empresa debería escarbar buscando si en la misma puede ocurrir alguna vez un caso similar al de Pepita en su propio ámbito de actuación.

Que la fuerza te acompañe.