Vamos a imaginar que tenemos un amigote, que nos debe una pasta. Le decimos que lleva una vida un poquitín desordenada y nos promete dejar de salir de juerga, trabajar con más esmero y empezar a devolver lo que debe. Elaboramos con él un plan de pagos y quedamos que a final de año, solo nos puede deber 6. Nos dice que”trankys”, que no va salir de cubatas y deja de comprar el periódico y listo.
Llega final de año y cuando repasamos lo que nos debe, resulta que en lugar de 6 son 8 y medio. Nos vuelve a decir que “trankys”, que hasta ahora mandaba su mujer en casa y era muy derrochona, pero ahora manda él, que se acabó ir a la “pelu” todas las semanas y el hola. Al poco volvemos a repasar las cuentas y vemos que nos ha engañado y que realmente nos debe 8,9.
¿Qué pensaríamos de nuestro amigo?
¿Le volveríamos a dejar pasta?
¿Le creeríamos con los nuevos “trankys” que nos contara?
Puesta es la situación de nuestro país con el déficit público. Cuando mandaban los de antes, dijeron que “trankys” que cerrábamos el año en el 6%. Vinieron los de ahora, echaron la culpa a los de antes y dijeron “trankys”, que es el 8,5 % porque eran muy derrochones. Han pasado cinco meses y pico y nos dicen “trankys”, pero que no era el 8,5 sino el 8,9%, por algo que debían los de antes.
Y lo más curioso es que la explicación de esa desviación del 0,4 %, viene de dos comunidades gobernadas por los de ahora, que achacan su desviación al plan de pago a proveedores. Nos quieren decir, que si dicho plan no se hubiera aprobado, ¿nos hubieran seguido engañando guardando facturas en un cajón para que no computaran como déficit público?
Y lo dicen así, sin ningún problema, sin ningún remordimiento y sin que nadie se escandalice. Y que conste, que me da igual que eso lo hagan gobiernos de los de antes (como el de Barreda) o de los de ahora (como el de la Espe), la pena es que se haga, y aún más pena que se diga, como el que pregunta si va a llover o va a salir el sol.
Luego nos causa extrañeza que nuestra prima de riesgo se dispare, que no confíen en nosotros para dejarnos más dinero, que tengan que venir a hacernos dos auditorías externas de nuestras entidades financieras, que en resumen, el resto de países se escondan para reírse (cada vez menos) cuando decimos que somos un país serio. Si no nos lo creemos ni nosotros mismos.
Y terminando con nuestro sistema financiero. Mucho se ha hablado de exigir responsabilidad a sus “irresponsables” dirigentes, pero más allá de la responsabilidad moral, poco más se les puede exigir, puesto que no se han salido de la legalidad. Y el problema es que han pasado cuatro años y esa normativa en lo referente a la responsabilidad, no se ha cambiado, con lo que este descalzaperros, podría volver a ocurrir o quizá ya esté ocurriendo. Y claro todo ello, con total y absoluta impunidad y con total y absoluta “trankyslidad”. Que la paciencia ante la inminente subida del IVA y la fuerza os acompañe.