Después de varios y repetidos fracasos, Madrid, sigue empeñada en conseguir los Juegos Olímpicos. Juegos que ya tuvo Barcelona, así como todas las grandes capitales europeas: Londres, París, Roma o Berlín. La tarea en sí misma, es muy complicada y nosotros, como buenos españoles, nos empeñamos en complicarla aún más, con lo que al final se torna en un imposible.
Si analizamos los problemas que dicha candidatura tiene y si nos atenemos a la versión oficial, el problema económico, debería considerarse como superado. Puesto que nos indican que las infraestructuras están ya prácticamente terminadas. Pero si todas están como el Madrid-Arena, con ese cuidadoso esmero y ese ejemplo de mantenimiento y de responsabilidad que el Ayuntamiento de Madrid ha esgrimido en este caso, ya se nos empiezan a ver las vergüenzas.

Si nos adentramos en el oscuro mundo del dopaje, hemos de reconocer, que  España, ha sido el paraíso soñado para los tramposos. No olvidemos, que “Armstrong y su trupe” tenían fijada su residencia en Gerona por este motivo. Así mismo, reciente tenemos el caso Contador, en que tanto el entonces Presidente del Gobierno, como el actual como Jefe de la Oposición, se posicionaron, por alegar que debería de salir impune de su positivo.

No menos destacable, es la Operación Galgo, donde se demuestra que grandes deportistas habían consumido sustancias dopantes, pero no se les puede procesar, por un problema en la cadena de custodia de la prueba. Problema que surge, no lo olvidemos de un error de la Guardia Civil y de la Agencia Española Antidopaje.

Más antigua en el tiempo, pero más reciente en su resolución, es la Operación Puerto, donde, tan solo un deportista español fue sancionado y tuvo que ser el Comité Olímpico Italiano el que lo destapara. Luego nos quejamos de los guiñoles franceses, poco nos dan para lo que nos merecemos.

Y por cambiar de tercio, repasemos por encima nuestra capacidad organizativa. Ahora que está el Madrid Open, todos recordarán la “genialidad” (por darle alguna definición) de la tierra azul del año pasado. Por no hablar del Maratón de Madrid, recientemente disputado, con una organización más propia del Benito y el Manolo, con la máquina del gotelé y el pañuelo anudado a la cabeza, que de una prueba de ese calibre en pleno siglo XXI.
Supongo que se me queda algún apartado en el tintero, pero creo que los tratados son significativos. En este tema,  no me gusta ver la botella medio llena, ni medio vacía, o igual lo que no me gusta es ver a la Botella, metido en él. Pero lo que tengo claro, es que a día de hoy, mejor que no nos den los Juegos Olímpicos, puesto que para hacer el ridículo, ya se basta y se sobra José Mourinho, aunque al otro lado del puente aéreo, no le anden a la zaga.
Que la fuerza os acompañe.