La Navidad llega con su almíbar por doquier, su machacón soniquete, su empalago y su felicidad sin par, que provoca que hasta la vecina que no te saluda nunca y te pone a caer de un burro, te plante dos besos y te felicite el año nuevo, después de haber hecho lo propio con las Pascuas.
Y ya que de Pascuas hablamos, para pascua, la que nos hicieron y llevamos pagando ya casi cinco años (y lo que te rondaré Merkel). A consecuencia de ella, Papá Noel (perdón Santa Claus), viene desgarbado y cojitranco, con un traje recosido y con más bolas que un árbol de navidad, sin rastro alguno de su barriga, puesto que le ha tenido que dar vueltas y vueltas al cinturón de tanto apretarle, según se nacionalizaban las pérdidas y se socializaba la más absoluta “ruina caracolera» de las Cajas de Ahorros, motivada sin duda por la incompetencia, desidia y codicia de sus directivos, políticos, sindicalistas y demás mequetrefes que por sus consejos de administración “pastaban y rumiaban», según les caía la sopa boba al “pesebrillo».
Mientras esos mismos personajillos se rebanan los sesos (sí, se rumorea que tienen cerebro, no se ha comprobado si es, o no, una leyenda urbana. Incluso también se rumorea que uno lo usó una vez y fue capaz de hacer un nudo Wilson sin mirar la demo del YouTube), se rebanan los sesos, como decía, en ver cómo son capaces de vendernos la moto y no reestructurar la Administración. Primero eran tres meses, luego seis, ahora un año y mientras todo el país se retuerce como si fuera víctima de un “cagaleril» retortijón, ellos mantienen a sus adláteres, lameculos, chupatintas y demás fauna, “pastando y rumiando» de su mismo pesebre.
Y en estas llega el primer aniversario de que “Marianín» tomara posesión de su cargo (que no de conciencia, puesto que seguro que no tiene), cual Moisés salvador del pueblo elegido, con promesas y bondades sin fin, para sacar al país del atolladero. Y descontando la numantina y carísima resistencia al rescate (perdón por usar esta palabra, igual debí usar otra más edulcorada), poco más podemos decir que cumplió nuestro querido Rajoy, salvo (a imagen y semejanza de ZP) los años el 27 de marzo (no quiero con esto decir que sean “concumpleañeros» dado que el sin par, bobalicón e incapaz “talantesco» los cumplía el 4 de agosto).
En fin, no nos ofusquemos en estas entrañables fiestas, ni cambiemos villancicos por procaces cancioncillas, aunque la mente, de manera inexorable, nos lleve aquella del Serrat de “nada por allá, nada por aquí, visto y no visto y nos la meten doblada» para rematarlo con “tienen más de un problema para cada solución, sin que te enteres te roban los calzones, y luego te dicen que toca apretarse el cinturón, cuando en la bolsa caen sus acciones».
Seguramente el 90 por ciento de quien lea esto, con gusto, cambiaría el último verso, rematándolo con algún tipo de soez exabrupto, machista y chabacano, haciendo especial hincapié en el uso de la letra jota, cual jefe de policía de serie de televisión, interpretado por Juan Diego. Claro que en esto también se nos anticipó otro politiquillo, “manda huevos». Que la fuerza os acompañe.