No, no voy a opinar sobre el tema de la semana. Tema que sin duda es la Reforma Laboral. Incluso diría más, puede que sea el tema del mes. Esta Reforma, como todas las que hemos tenido, viene con la intención (o al menos así lo manifiestan su precursores) de flexibilizar el mercado laboral y dotarle de mecanismos de ajuste, en aras de que se produzca un descenso del desempleo ¿les suena? Esto es lo que se ha indicado cada vez que se ha realizado una Reforma Laboral en este país.
Por tanto, como vamos a tener opiniones para todos los gustos, yo como he dicho, optaré por no opinar al respecto. Creo que en el punto medio está la virtud. Y en esta como en otras cuestiones, es muy posible que los puntos medios sean muchos y además sean muy dispares.
Por lo que si les parece, nos centraremos en temas más interesantes. Eso sí, no sin antes indicar que a grandes rasgos el contenido de la reforma, no es ninguna sorpresa, ya se conocía de antemano, no hemos de olvidar el sentido de las enmiendas que el Partido Popular llevó a cabo en la anterior Reforma Laboral de hace apenas quince meses.
Por tanto, me gustaría centrarme en uno de esos temas que yo al menos considero de lo más interesante: El Futuro. Si, ese que decía Molina, que era muy oscuro trabajando en el carbón.
Pero, me centraré, no un futuro cualquiera, no. En el futuro de las relaciones laborales. Tratando de intuir, que es lo que nos espera. Siempre con independencia de quien sea el que mande, o el que crea que mande mas bien, puesto que ha quedado claro en los últimos años, que el signo político del partido en el Gobierno, poco tiene que ver con las medidas que toma, puesto que una gran mayoría de las mismas, le vienen impuestas, o por los mercados, por las Agencias de Calificación, por Bruselas, Berlín o París, o por la media de pájaros que hay en un cable eléctrico en una tarde de otoño en la que amenaza lluvia, después de oír cantar a la Belén Esteban.
Pero volviendo a lo nuestro, trataremos de ver, porque estará marcado ese futuro de las relaciones laborales. Y no se me ocurre otra cuestión, tan determinante, como una que domina tantas y tantas cosas en la vida: La Ley de la Oferta y la Demanda.
En los tiempos que se avecinan, en ese futuro del que hablamos, nos hemos de preguntar si va a haber más oferta o más demanda de puestos de trabajo. Llegando a una respuesta obvia, nuestro tejido productivo y el de todos los países desarrollados, cada vez va a necesitar menos mano de obra para producir lo mismo. E incluso cada vez será necesario producir menos, puesto que no todo se va a poder vender, al no haber quien lo compre.
Por tanto, cada vez va a tener un excedente de mano de obra, que hará que ineludiblemente esa mano de obra pierda valor. Ojo, que no estoy diciendo que me parezca bien o que me parezca mal, es lo que hay. Hasta ahora, se ha venido inflando el balón de la economía, a base de un endeudamiento que iba destinado tanto al sector público, como al privado ¿con que objetivo? conseguir que ese dinero que entraba en el sistema, en forma de deuda, se usara para potenciar el consumo y se siguiera aumentando la producción, para poder seguir consumiendo y así la rueda seguía andando.
Pero hemos llegado ya, al momento en que ese dinero que hemos pedido, nos han dado o no has metido por los ojos, lo hemos de devolver. Hay que desendeudarse y claro hay una gran parte, tanto del sector público como del privado que NO PUEDE HACERLO, NO PUEDE PAGAR LO QUE DEBE y nunca podrá. Llámese Grecia, Ayuntamiento de Pepito de Arriba, Caja de Calamocho o la Vecina del Quinto.
¿Esto ya se sabía cuando se dieron esos créditos? SI ¿Por qué se hizo? Porque era la única forma de seguir creciendo. Pero ese dinero que entró en el sistema a raudales, ese dinero, realmente era un dinero virtual. Esto es, estaba solo en el papel y ahora al tener que volver todo a su ser, porque esa capacidad de endeudamiento está agotada, el sistema salta por los aires, porque no se puede devolver, no hay capacidad.
Con lo que si quitamos la gasolina, con la que ha andado el motor de la economía, para que tuviera el suficiente movimiento como para que se generara empleo, ese motor irá andando, pero a otras revoluciones distintas, con otro combustible. Y lo hará necesitando menos empleo o un con empleo en condiciones más precarias (minijobs, tiempos parciales, contratos de formación hasta la edad de la jubilación, etc.).
Con lo que ese futuro oscuro, trabajando en el carbón o en lo que sea, estará marcado por una pirámide en la que un grupo de trabajadores con una alta cualificación que estarán en la cima, otro grupo de trabajadores con una calificación media que irán entrando y saliendo del desempleo según vaya habiendo picos de producción o vayan naciendo nuevos nichos de trabajo y una gran parte de trabajadores que estarán desempleados y subsidiados y que pasarán serias dificultades para poder vivir dignamente, con unos servicios sociales reducidos a la mínima expresión, porque tampoco la Administración Pública los va a poder pagar.
Y que conste, que cuando hablo de trabajadores, englobo en dicho colectivo a todos los autónomos o pequeños empresarios con seis, ocho o quince trabajadores, que estarán en la misma situación que sus empleados.
Por tanto, después de esta visión del futuro, dediquemos a vivir, a sentirnos realizados, a huir de la frustración, seamos felices y sobre todo, no olvidemos nunca, que el momento más triste de la vida, no es la hora de la muerte, sino el fracaso de no vivir de verdad mientras estamos en el mundo. Que la fuerza os acompañe.