¿Y ahora qué? Me preguntan casi a diario.
¿Y ahora qué? Es posible que también te estés preguntando en este incierto noviembre que acaba de comenzar.
Y cuando hablo de incertidumbre, te diré que escribo esto a las cinco horas y cuarenta y tres minutos del 4 de noviembre. Esto es el primer miércoles después del primer martes de un año bisiesto y por tanto estoy echando un ojillo al Whashington Post para ver quien gana las elecciones en Estados Unidos.
Tengo otro ojillo puesto en si habrá o no habrá nuevas medidas para contener la pandemia. Supongo que estarás conmigo en que la situación no se sujeta. Así como si quisiéramos arroparnos con una manta pequeña, si nos tapamos la cabeza para que el virus no nos cueste miles de vidas, nos destapamos los pies y esas mismas vidas nos terminará costando por la penuria económica.
¿Y ahora qué? Te daría de nuevo las recetas que ya te he indicado varias veces y en las que más he insistido desde el inicio de la pandemia. Ya sabes, intenta anticiparte, intentar vislumbras varios horizontes y como estaría tu empresa ante ellos.
Hazlo con valentía, hazlo con optimismo, pero también con realismo y toma la decisión que tengas que tomar. Por muy desagradable que te parezca, siempre es mejor tomarla ahora con algo de tiempo, aunque cada vez sea menos, que “a la puta carrera” y una situación desesperada.
Ojo que igual la decisión que has de tomar no es la de cerrar o ponerte a hacer recortes, sino la contraria. Los mayores crecimientos, las mejores oportunidades, se producen en épocas de grandes crisis. Por tanto, piensa, recapacita, investiga, donde está esa oportunidad para tu empresa y como decía mi abuelo “tírate como gato a bofe”.
Y para coger carrerilla por si te sirve lo que hago yo, me miro al espejo (sin mascarilla), sonrío y tarareo aquello de:
«…Que el maquillaje no apague tu risa
Que el equipaje no lastre tus alas
Que el calendario no venga con prisas
Que el diccionario detenga las balas…»
Recibe un cordial saludo y que la fuerza te acompañe.