Basado en un hecho real ocurrido la noche del 8 al 9 de marzo de 2013.
Es un viernes cualquiera, la temperatura es la normal en esta época del año en Tenerife: 17 grados con un ligero viento (los alisios no perdonan). Juan ha quedado con el cerrajero para que termine el cierre de la parte de atrás de su adosado, puesto que le han entrado a robar y no quiere volver a pasar por ese trance. Pese a que el cerrajero le conoce de toda la vida, le ha dicho que cuando termine ese sábado a mediodía, se tiene que llevar puestos los 490 euros que cuesta “la chapu, sin iva ni hostias» o con las mismas “ya sabes muuyaayo, arranco la puerta y pacasa con eeeella».
Se planta ante su cajero más cercano, ambos se miran frente a frente, Juan desenfunda su tarjeta, teclea su pin y zas, 500 euracos al bolsillo. Como supone que su cuenta se va a quedar como la mojama, comprueba el saldo, tenía 1.027 antes de empezar, menos 500 han de quedar 527 euros. Pero no, “ooojo al dato»: saldo 1.027 euros. Comprueba los últimos movimientos, están todos menos uno, el del cajero, un cosquilleo, le empieza a recorrer el estómago: “kiaaa, no me ha cargado los 500 pavos».
Con las mismas, vuelve a mirar fijamente al cajero, “porsiacalasmoscas», saca la tarjeta y vuelve a comprobar el saldo, 1.027 euros. Entonces, vuelve a teclear y “reteclear», para pedir otros 500 del ala. El cajero escupe y suelta 10 billetes naranjitas de 50 euros. Nueva comprobación de cuenta, saldo 1.027 euros. La emoción le embarga, repite el proceso, pero el cajero no le da más. Bueno, no está mal, se va para casa, pero antes, manda un “guasap» a su cuñado. Este no le cree: “tío estás de coña, déjame que estoy viendo la lucha canaria, con una dorada y unas papas con móooojo».
Juan le llama por teléfono. El cuñado, incrédulo, deja las patatas y la cerveza y se lanza a la calle “tarjeta en ristre». Mismo ritual y misma situación, ha sacado sólo 600, que es el límite de su tarjeta. Avisa a un amiguete y éste a otro, un grupo de guasap lo sabe en cinco minutos, en 15 los cajeros empiezan a llenarse de gente, en hora y media se han colapsado al grito de: ¡Caja Canarias regala el dinero!
Se agota el efectivo de tres cajeros, en otros hay colas de más 50 personas, algún conato de peleas y varias discusiones. Todo el mundo quiere aprovechar ese maná. La hostelería lo hace, teniendo un viernes como los de antes de la crisis. Pero el sábado a primera hora, vuelta a la normalidad, Caja Canarias-La Caixa emite un comunicado, está integrando su sistema informático y los movimientos desde las 15:00 del viernes serán cargados en cuenta el lunes a las 8:00, incluidos, claro está, todos los movimientos registrados en sus cajeros automáticos.
Qué fácil es el auto engaño, con qué poquito creemos que va a venir alguien o algo a sacarnos de esta. Con razón, la estampita y el tocomocho siguen campando a sus anchas.
Que la fuerza os acompañe.