Asistimos esta semana a una guerra de nervios, entre España y Europa. Como si fuera “un serio”, se miran fijamente tratando de dilucidar quién es el que sonríe antes. Y, ¿qué está en juego en este juego? Gran parte de nuestra soberanía y de lo que queda de nuestro Estado del Bienestar.
España espera que la Unión Europea, le deje el dinero necesario para sanear el sistema financiero. Dinero que recordemos, no tenemos, ni somos capaces de conseguir en el mercado a un precio razonable (nuestra prima de riesgo se mantenga día sí y día también por encima de los 500). Europa a cambio de dejarnos ese dinerillo, nos pone unas condiciones.
A saber, subida del IVA AL 21 O 22 %, rebaja de pensiones y del subsidio de desempleo, despido de miles de funcionarios y rebaja de salarios de los que queden. España se resiste a esa cesión de autonomía y deja entrever que o nos ayudan o el euro descarrila, con lo que nadie cobrarían lo que les debemos y el sistema financiero europeo podría quebrar.
Entonces Europa, dice que se lo pensará, que igual cede un poquitín, pero nos recuerda que el problema es nuestro y que nos corresponde a nosotros arreglar nuestros desajustes y de paso nos recuerda a Grecia, Portugal o Irlanda, como diciendo: vosotros veréis.
La situación es muy similar a dos coches que circulan a toda velocidad por un mismo carril en una autopista en sentido contrario. El conductor de un coche espera que el otro se ladee y le deje pasar, al fin y al cabo, la pérdida de ladearse es menor que la del choque frontal. El conducto del otro coche piensa lo mismo. Y así, el riesgo de colisión cada vez es mayor.
Mientras, habrá piense que ¿por qué exigen condiciones para dejarnos el dinerito? La respuesta es sencilla, yo te dejo la pasta, tú sales del aprieto, pero yo me trato de asegurar que me lo vas a devolver. ¿Cómo? Recortando aquí y allá, para que lo que te ahorres con los recortes, me lo des a mí.
Recortes, que crearían un malestar y una crispación, que seguramente costarían convocar elecciones anticipadas (así al menos ha pasado en otros países). Por eso, el gobierno, se devana la sesera en buscar fondos.
Y en ese “devanar” y buscar, andar y correr, tropezar y no caer, podemos encuadrar la amnistía fiscal. El importe final a recaudar se desconoce, como máximo se habla de 2.500 millones de euros. Realmente ¿hace falta poner en juego el sistema fiscal? ¿Hace falta ver la cara que se les va a quedar a los contribuyentes que religiosamente han cumplido con sus obligaciones, pagando cerca de un 50 % y vean que los “piratas” van a pagar tan solo el 10 %?
En mi humilde opinión, y como persona que trabaja en el proceloso mundo de los impuestos, esta amnistía será lesiva y a la larga saldrá más cara que lo que se recaudará con la misma. Como casi siempre aquí, pan para hoy…Que la fuerza os acompañe.