Observamos la alegría en la Bolsa, avalada por un lado por el aumento de la inversión extranjera y por otro por  la publicación de  los resultados de las entidades financieras.
Entidades financiares, que como por arte de “birlibiloque” se han puesto publicar sus beneficios, cuando hace apenas unas semanas, estaban enganchadas a la respiración asistida. Y tal y como ya comentábamos la semana pasada, nos llegamos a preguntar en que  momento, vamos a ver reflejada esa nueva situación  en la calle.
Pero creo que la cuestión real, lo que la gente necesita, es hacerse una idea de  cuánto nos queda de travesía por el desierto. Por usar un símil atlético, es como si estuviéramos en una carrera de fondo y no supiéramos en que kilómetro nos encontramos y en que kilómetro termina la carrera. Realmente no sabemos si nos encontramos en mitad del temido muro o llegando al sprint final.
Yo creo que el camino aún es largo y penoso, que queda todavía caerán muchas empresas al pozo y mucha gente al desempleo. Pero también se crearán otras nuevas y otros encontrarán trabajo, mejor o peor, seguramente lo segundo. Pero en cualquier caso, lo peor ya lo hemos superado.
Esto no quiere decir que volvamos a lo de antes. No, aquello pasó para no volver. Fueron tiempos que siempre recordaremos con cariño y con nostalgia. Que supongo que algún día contaremos a nuestros nietos, los cuáles nos mirarán incrédulos con cara de un “dices tú de mili”.
Puesto que las generaciones que están accediendo ahora al mercado laboral, que están llegando ahora a la sociedad a montar su empresa a progresar y a prosperar y con ello a hacernos progresar y prosperar a todos, lo están haciendo después de haber limpiado los cristales de las  ventanas desde las que miran al mundo y lo han visto, realmente como es, difícil, complicado y duro, pero a la vez lleno de oportunidades que no podemos ni debemos dejar escapar.

Que la fuerza os acompañe. 

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