Y de repente zas, el día 19 o 20 de abril pasará a la historia sin duda como:
El Primer Día Nacional de los Adefesios.
El porqué es claro.
Ese día se retiran las mascarillas y habrá muchas personas a las que solo hemos conocido con ella puesta.
Y estarás conmigo a que sin querer hemos idealizado sus rasgos. Claro cuando uno idealiza, lo suele hacer desde la mejor premisa posible.
Por lo que, cuando la cruda realidad quede al descubierto, desprovista de la FFP2, KN95, quirúrgica o casera, se nos caerá el alma a los pies.
Pues en muchas ocasiones he visto empresas en las que pasa lo mismo.
Parecen una cosa, están envueltas de glamour, de papel celofán y de cien mil pijoterías diversas, pero una vez les quitas la mascarilla zas.
- Un cagancho (como decía mi abuelo.
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Y entonces
- ¿Qué ponemos hacer?
Establecer un procedimiento con una serie de procesos, por los que al final el producto o servicio de tu empresa, alcance una calidad en la que tu cliente final se lleve la impresión contraria a la que espera, pero por arriba no por abajo.
Impresión que le haga terminar como diría el mismísimo Victor Küppers, con un:
- Olé, olé y olé.
Que la fuerza te acompañe.
PD1.: Por fin habrá más de uno, que podrá tirar la única mascarilla que ha tenido en su vida y que lleva usando desde marzo/abril de 2020.
PD2.: ¿Cuántos gérmenes, bacterias y otros “bichorros” habría si analizarán alguna de las mascarillas de la PD1?
PD3.: ¿No crees que los usuarios de las mascarillas de la PD1, quitando el “tontunismo” están ya vacunados contra todo lo “vacunable”?
PD4.: ¿A que estás en un sin vivir, pensando en como serán las arrugas de las comisuras de los labios de más de una o de más de uno?