Todos disponemos de días de 24 horas y por tanto de 1440 minutos.
1440 minutos que solemos gastar de diversas formas y maneras. A saber:
480 minutos en estar en nuestro puesto de trabajo, los pocos que tenemos trabajo, aunque no todos los usen para trabajar.
30 minutos en desplazamientos (soy de pueblo, el que viva en una ciudad…).
90 minutos al día en comer (a veces se van en una sola comida).
15 minutos al día haciendo colas (el que vaya a Hacienda o al paro, seguro que se ríe).
30 minutos al día hablando por teléfono (los hermanos, padres, el amiguete, etc.).
400 minutos en dormir (o en dar vueltas en la cama pensando en todo lo que hay que hacer y el poco tiempo que queda).
1 minuto al día en practicar sexo, contemos lo que contemos son 3 veces al mes a 10 minutos cada vez. Eso si eres capaz de aguantar los 10 minutos.
15 minutos aguantado la respiración, alzando los hombros y poniéndome de puntillas para parecer más alto, según pasa la vecina del 5 º (que como está la vecinita), saludándola con cara de bobo, según se me cae la baba y me sube…. la tensión pensando en “babaridades”.
30 minutos con la cervecita, el chascarrillo, etc.
15 minutos leyendo la prensa (en papel o digital el Marca es el Marca).
15 minutos discutiendo con la suegra, el vecino o el cuñado.
30 minutos haciendo los deberes de los niños.
30 minutos leyendo el último libro sobre la crisis.
50 minutos viendo fútbol, un partido cada tres días, con anuncios y todo, aunque fútbol, fútbol solo cuando juega el Madrid.
30 minutos haciendo la compra (cuando tardas más, por cuando tardas menos, pero “Mercandona te vigila”).
25 minutos en los foros, Facebook, internet, etc.
30 minutos haciendo deporte (lo del sexo no cuenta como deporte).
3 minutos al día en ascensores.
3 minutos al día en sonarnos los mocos (cuando estamos resfriados, esto se dispara). Alguno compatibiliza este tiempo con la espera en un semáforo y ni siquiera usa pañuelo.
10 minutos al día en higiene personal (me ducho una vez cada veinte días, me afeito una vez al mes y nunca me lavo las manos antes de comer, ni los dientes, que los dentistas tienen que vivir).
60 minutos al día ganando al mus. La última derrota la pagué en pesetas.
10 minutos al día preparando las vacaciones (no me voy porque no tengo ni dinero ni tiempo, pero viajo mucho mentalmente).
10 minutos al día viendo escaparates con mi mujer y pensando lo bien que estaría en mi casa tumbado en el sofá, con una cervecita en una mano y unos «alcaueses» en la otra.
10 minutos al día, tumbado en el sofá, con una cervecita en una mano y unos «alcaueses» en la otra, disfrutando de la bronca que me echa mi mujer, porque no he colocado el garaje y tengo los pies en la mesa.
Y por fin 9 minutos al día en colocar el garaje, después de la bronca anterior.
Como vemos, el tiempo (no sé si entre costuras o no) se nos escurre y se nos escapa. No obstante, ahora en pleno verano, agobiándonos con la prima de riesgo, el rescate, la crisis, pensemos en que alguien dijo “No le exijo resultados al tiempo. Me preocupo por lo que estoy sintiendo en este momento, cuando toda mi vida se convierte en presente y dejo de pensar en el áspero pasado y en el esperado futuro. El tiempo en presente no es corto, es… INFINITO”.
Que el tiempo y la fuerza os acompañen.