Blog de Pedro ToledoDrama Empresarial Foto de Tom Pumford en Unsplash

Antes de que se rompiera del todo, salimos de la oficina de “Reparaciones Pepe, S.L.” y fuera ya no pudo más.

Apenas dormía.

A su familia no la veía.

Sus hijos casi no le conocían.

Su mujer llevaba ya dos años de cajera en Mercadona, puesto que de “aquellos maravillosos años”, no quedaba ni un céntimo.

Él se centraba en crecer (o eso creía) así como si fuera Sisifo subiendo la montaña, crecía se estrellaba, menguaba, trabajaba con un animal y volvía intentar crecer.

Vamos un rebobina y dale al play de toda la vida de Dios.

El resultado era el siguiente:

Una oficina cochambrosa, donde quien mandaba era el caos y el polvo.

Drama Empresarial Foto de Tom Pumford en Unsplash

Drama Empresarial Foto de Tom Pumford en Unsplash

Unos empleados, que o bien cuando veían el funcionamiento se marchaban a la competencia o incluso montaban ellos otra empresa para ser su propia competencia.

Solo se quedaban los vagos y/o los inútiles.

Cinco cuentas de crédito excedidas, cuatro préstamos Covid y dos ampliaciones de hipoteca eran el motor que en los últimos años le había permitido llegar hasta allí.

Al albur de algún gurú de medio pelo, había creado hasta tres sociedades distintas, porque era lo más rentable y se iba a ahorra “no séquéleches”.

Para el gurú aquello era rentable, para Pepe una puta ruina.

  • Mira Pepe, si quieres que empecemos a trabajar, solo quiero que me prometas dos cosas.
  • Dime
  • La primera, es que me harás caso a todo lo que te digo, aunque te obligue a trabajar menos y a rechazar clientes.
  • De perdidos al río. ¿La segunda?
  • Ve a darte una ducha y vamos a comprarte ropa nueva, que el hábito hace al monje y esa camisa es más fea que un billete de 15 euros.

Hoy apenas ha pasado año de aquello.

Un año en el que, pese a que estamos en mitad de una crisis y una guerra, la empresa no parece la misma.

Estamos consiguiendo hacerla rentable.

Estamos quitando deuda.

Estamos limpiando de “broza” en la plantilla

Hemos reconducido a trabajadores que parecían irrecuperables. Ahora trabajan con ilusión.

Hemos cambiado precios y hemos eliminado servicios.

Hemos cambiado el logo y la página web.

En resumen, estamos implantando formas de trabajo, siguiendo los siete pasos de El Arte de Ser Empresario.

Estoy convencido de que conseguiremos nuestro objetivo: ver a Pepe y a su empresa volar solos.

La receta no es fácil, ninguna medicina sabe bien.

Tampoco es nueva, lleva muchos años funcionando y adaptándose al correr de los tiempos. Poca broma, plena confianza en ella.

Solo me surge una duda:

  • ¿Conseguiré que Pepe abandone el gusto por las camisas horrorosas?

En un año te lo cuento y mientras, si te has reconocido en todo o en parte con Pepe, no lo dudes, llámame.

Y para terminar recuerda, que la fuerza te acompañe.