Un sabio dijo un día que todos debemos tener un fin en mente. Como vio que le quedaba corto, añadió qué sin ese fin, realmente no somos efectivos. No obstante, seguramente tú sabrás que los de Guadalajara somos tan chulos, que además de tener un fin, nos gusta tener un principio, con presentación, nudo y desenlace por medio, aunque no precisamente por este orden.

Principio, nudo, desenlace y fin, qué si no nos hace más efectivos, sí que nos hace más afectivos y además de muy afectuosos (ya ves igual igual que los saludos).

Si eres un poco “aguililla” ya habrás podido averiguar (leer el título también ayuda), que en este caso cuando hablo de principio, me refiero a uno de esos de “érase una vez” y un final de los de “comieron perdices”.

Si hay algo que de verdad caracteriza a esta nuestra ciudad, es un evento primigenio que nació aquí, que continúa aquí y que desde aquí se ha “franquiciado”  y expandido por todo el mundo: El Maratón de los Cuentos.

Maratón de los Cuentos. Imagen de la Organización.

Maratón de los Cuentos. Imagen de la Organización.

Este año, dicho Maratón cumple 25 años, en los que no ha parado de crecer, extenderse y reproducirse. Consiguiendo con ello, dar a la magia de la palabra esa trascendencia que nunca debe perder para el entendimiento y la recreación del ser humano.

Si entendimiento y recreación, que en esta nuestra ciudad, hace que todos nos coloquemos nuestras  mejores galas cuenteras (las de cuentistas, ya las tenemos todo el año), para dejar que los cuentos anden y corran libremente por la ciudad, igual que la poesía ha andado este año.

Unos van a contar, los van para escuchar y todos para participar. Y es que son por cosas como estas, por las qué, en muchos foros, se viene definiendo a Guadalajara, como la auténtica Berlín del sur de Europa.

Por tanto, con la humildad que el caso requiere y parafraseando al mismísimo John Fitzgerald Kennedy, trigésimo quinto presidente de los Estados Unidos, diré que durante este fin de semana que acaba de concluir, “no hay mayor orgullo que poder decir ¡¡Ich bin ein Berlinerr¡¡”

Como ya habrás podido deducir, la traducción real, no es ¡¡Soy Berlinés¡¡, sino ¡¡SOY DE GUADALAJARA¡¡

Que la fuerza te acompañe.

 

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