¿Tienes un negocio o eres tú mismo el negocio?
Alguien dijo que lo primero que debería hacer un emprendedor cuando monta su empresa, es montarla de tal modo que pueda sobrevivir despidiendo al propio emprendedor.
Esto es, desde el minuto uno, la empresa, el proyecto, el emprendimiento, debe ser enfocado, para que nadie, absolutamente nadie, ni el propio empresario o emprendedor sean imprescindibles.
Creo que en estos turbulentos meses que la COVID nos “ha regalado”, este principio se ha convertido realmente en un axioma.
Soy consciente de la dificultad que entraña el ponerlo en marcha. De hecho, muchos de nosotros en nuestro día a día, siendo conscientes de ello “damos la patada a la lata hacia adelante.
Y mientras la lata avanza a trompicones, llegamos a ella y el tiempo se ha consumido, quizá consiguiendo financiación, quizá luchando con algún cliente rebelde o con un proveedor que se retrasa, quien sabe si con un trabajador o con alguna máquina que se encasquilla.
Una vez alcanzamos nueva patada, cada vez con menos impulso, puesto que con “esas latas”, son las que nos encontramos un día de repente ante una desgracia o urgente necesidad y nos decimos aquello de “tenía que haberlo previsto”.
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Sea como fuere, como decía al principio, el mejor momento de dimensionar tu empresa para que funcione sin ti, es cuando empiezas, pero sino lo has hecho todavía, el segundo mejor momento es ya mismo.
No esperes a que te alcance la lata, define un procedimiento de trabajo basado en una estrategia y lánzate. No pienses que esto no es para ti, que es solo para grandes empresas y para comenzar nada mejor que hacerte preguntas del tipo de:
- ¿Qué pasaría sí…?
A veces una visión externa puede serte de gran ayuda en esta ardua tarea. Pregunta a tu entorno, pero toma tú la decisión y si necesitas ayuda, ya sabes donde me tienes.
Que la fuerza te acompañe.